Separados sólo por una semana, en septiembre se han producido dos hechos que repercutirán directamente en la forma en que se aplicará el Reglamento de Inteligencia Artificial (RIA) en la Unión Europea (UE). Si la dimisión de Thierry Breton como comisario ya daba alguna pista, el informe de competitividad de Mario Draghi marca la hoja de ruta.
La salida de Breton ha sido preocupante para algunos. El comisario francés se oponía ferozmente a las grandes tecnológicas foráneas, erigiéndose como adalid por la regulación y la independencia digital de la UE. La designación de una comisaria notablemente más templada, Henna Maria Virkkunen, invita a pensar que la aplicación del RIA y la normativa en materia de competencia en el sector digital será menos combativa. Lo que no resulta tan evidente es imaginar cómo será.
Afortunadamente, está el informe de competitividad, un documento que evalúa la capacidad económica, industrial y tecnológica de la UE. Es el punto de partida de un plan que, como todo plan, contempla prioridades entre las que la inteligencia artificial (IA) ocupa un lugar destacado.
En suma, el informe refleja que la UE es plenamente consciente de que entre la competencia mundial de la IA prevalece la dinámica “el ganador se lleva todo”. Por eso, la primera prioridad es redirigir el esfuerzo colectivo a cerrar el abismo tecnológico que separa a la UE de EE. UU. y China de forma urgente.
Hay talento, pero las start-up no crecen lo suficiente: las causas son tanto económicas como regulatorias. Respecto a la parte económica, el problema se produce en la fase de comercialización y crecimiento, y se achaca a la fragmentación del mercado interior.
Respecto a la parte regulatoria, las start-ups se encuentran con obligaciones que no pueden económicamente asumir en materia de propiedad intelectual, protección de datos, y también de IA. Por ejemplo, el RIA establece un umbral de potencia computacional a partir del cual impone ciertas obligaciones a los modelos de propósito general, umbral (10^24 flops[1]) que ya ha sido rebasado por modelos de última generación. Además, las limitaciones legales al almacenamiento y tratamiento de datos elevan los costes y dificultan la creación de grandes conjuntos de datos integrados para el entrenamiento de modelos de IA.
Sin embargo, el informe es asertivo respecto a la necesidad y conveniencia de integrar IA en procesos productivos de algunos sectores clave para elevar la productividad. En este sentido, recomienda lanzar un plan europeo para priorizar verticales (EU Vertical AI Priorities Plan) que podrían beneficiarse de una aplicación legal más laxa. Los sectores son los de automoción, robótica y procesos de fabricación, energía, telecomunicaciones, defensa, agricultura, aeroespacial, farmacéutico, salud y previsión medioambiental.
Todo ello exige la intervención de los Estados miembros. En última instancia, se apostará por la concentración. El proceso de crecimiento será más parecido a un circo romano que a un modelo de competencia perfecta. Que nadie se llame a engaño: no hay espacio para todos.
¿Cómo hacerlo? Con objetivos a corto y medio plazo. En el informe se articula que el objetivo a corto plazo (entre 1 y 3 años) es aprovechar la coordinación y armonización a escala de la UE de los regímenes nacionales de sandbox[2]de IA y garantizar una aplicación armonizada y simplificada del RGPD. El objetivo a medio plazo (3-5 años) es identificar las verticales de IA prioritarias para la UE para asistir a las empresas clave en su crecimiento. En este contexto, los Estados utilizarán los sandbox para seleccionar las mejores empresas de IA (start-ups o no) de cada casa y trillar de esta manera la era empresarial.
En conclusión, la UE se encuentra en un punto crítico en el que implementar IA en los sectores estratégicos resulta crucial para asegurar su independencia. La dimisión de Breton y el informe de competitividad de Draghi apuntan a un cambio estratégico, desde una postura más combativa hacia un enfoque más coordinado y pragmático. Para ello, los Estados miembros deberán premiar y apoyar a las empresas que implementen de manera más eficiente y socialmente valiosa las herramientas de IA. Si todo marcha según lo previsto, esto se hará, en parte, mediante una aplicación políticamente coordinada del RIA y de los sandbox que se desarrollen. Si todo marcha según lo previsto, cosa con la que rara vez se puede contar, por supuesto.
La aplicación de estas medidas beneficiará a empresas y trabajadores, pues aumentarán valores como la confianza, la igualdad y la justicia. Ahora bien, será interesante examinar también a futuro las posibles desventajas a las que puede dar lugar el hecho de que la plantilla conozca detalles de los salarios del resto del equipo y si se generan, o no, conflictos internos y situaciones, digamos, incómodas.
Artículo publicado en LegalToday.
Cano Gozalo, Inés, Abogada de Act Legal Spain