Durante años, muchas empresas han utilizado becarios y becarias con la promesa de formación, aunque esto no siempre era así. Aunque afortunadamente con excepciones, este esquema ha permitido a algunas organizaciones contar con mano de obra barata bajo el pretexto de enseñar, cuando en realidad los estudiantes asumían tareas rutinarias o sin relación con sus estudios.  

Pero esa realidad está a punto de cambiar con la llegada del nuevo Estatuto del Becario, una normativa que pretende devolver a las prácticas su verdadero propósito: formar talento, no sustituir empleo barato. 

El Estatuto del Becario, impulsado por el Ministerio de Trabajo y Economía Social junto con CCOO y UGT, busca transformar la manera en que las empresas gestionan las prácticas. Al finalizar el plazo para presentar aportaciones el pasado 3 de enero, su aprobación definitiva está cerca.  

La nueva normativa pone fin a los abusos, estableciendo que las prácticas deben ser una etapa de aprendizaje real, con tareas alineadas con los estudios del becario y bajo una supervisión efectiva. Para las empresas que no cumplan, habrá castigo. Y precisamente no leve: hasta 225.000 euros de sanción, aunque también se contemplan bonificaciones para aquellas que contraten al becario tras el período de prácticas. 

Así las cosas, no habrá margen para la improvisación. Inspección de Trabajo tendrá acceso a toda la documentación y realizará controles periódicos para detectar incumplimientos. La era del «becario para todo» se acaba, y las empresas deberán decidir si ven este cambio como un problema o como una oportunidad para atraer y formar talento de calidad. 

Por un lado, el Estatuto deja claro que las prácticas deben estar alineadas con los estudios de la persona seleccionada, garantizando que el becario realice tareas que realmente aporten valor. Esto implica decir adiós a la imagen del estudiante que sirve cafés o toma notas en interminables reuniones. Además, la nueva normativa regula las jornadas laborales, estableciendo descansos adecuados y vacaciones, igual que el resto de la plantilla. Los turnos nocturnos estarán restringidos a circunstancias excepcionales y justificadas. 

Otro aspecto clave es la compensación de gastos. Las empresas deberán cubrir los gastos en los que incurra el becario durante las prácticas, como transporte o manutención. Aunque no se trata de un sueldo, se evita la paradoja de tener que gastar dinero para trabajar gratis. Sin embargo, si el estudiante recibe una beca externa que cubra estos gastos, la empresa no estará obligada a asumir este coste adicional. 

El rol del tutor también cambia. Se establece la figura de un mentor que guíe, supervise y asegure que el estudiante no se pierda en tareas irrelevantes. Para garantizar un seguimiento efectivo, el número de becarios por tutor estará limitado a cinco en grandes empresas y tres en pequeñas. Además, la persona tutora deberá emitir un informe final de evaluación y coordinarse con el centro formativo para verificar que se cumplen los objetivos de aprendizaje. 

Asimismo, el Estatuto limita el número de becarios en plantilla a un 20%, garantizando un mínimo de dos incluso en empresas muy pequeñas. Las prácticas curriculares no podrán exceder el 25 % de los créditos ECTS, mientras que las extracurriculares tendrán un límite de 480 horas.  

Ante estos cambios, muchas empresas tendrán que reestructurar sus programas y asumir una mayor implicación en la formación de los estudiantes.  

Seguramente muchas lo vean como un obstáculo, pero es una excelente oportunidad para fortalecer su imagen como empleadores responsables y mejorar la calidad de su cantera de talento. Contar con becarios bien formados y comprometidos no es un gasto, sino una inversión en el futuro. 

De ahí, que este Estatuto sea una gran ocasión para aquellas organizaciones que realmente quieren atraer talento joven y formar profesionales de calidad. Es hora de demostrar que pueden ser más que un simple puente hacia el mundo laboral. 

Por ello, no queda otra que elegir: o las empresas se adaptan al nuevo modelo formativo o quedarán expuestas a sanciones y desprestigio. 

Por Mónica Cid Murillo, socia de Laboral de act legal Spain.