Me da igual. Es una frase que escucho con estupor y relativa frecuencia en círculos no jurídicos y, sobre todo, entre esa generación que ha desarrollado su carrera laboral entre crisis (entre la que me incluyo).

Las motivaciones son muy diversas: “A mí mientras no me toque el bolsillo, me da igual”; “mientras no se aplique del todo, me da igual”; “siempre que esta tormenta termine pronto, me da igual”. Otras son menos explícitas, pues simplemente estamos agotados y nos da igual todo aquello que no sea sobrevivir a otro día, cuasi catastrófico.

El problema es que no te puede dar igual. No solo la amnistía, sino los últimos acontecimientos que rodean esta polémica investidura. No es esto una crítica a los pactos entre partidos que han sido la tónica general en los últimos años, en todos los colores, para gobernabilidad de nuestro país. Eso puede dar para varios libros.

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Un artículo de Cristina de Santiago, socia directora de ALEDRA Legal.

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