Toda operación de capital riesgo comienza con un cruce de intereses que derivará, en ciertas ocasiones, en una posterior colisión entre las necesidades de los promotores del proyecto y los intereses de los potenciales inversores. La canalización de estos intereses comunes y, a veces, también contrapuestos por existir otros particulares, es el gran desafío que marcará el éxito o fracaso de la operación de inversión y del propio proyecto.

En la mayoría de ocasiones, el interés inicial de un inversor se fundamenta en su futuro éxito económico, es decir, en la obtención de una rentabilidad futura. No obstante, cada vez son más frecuentes las operaciones de inversión guiadas por valores sociales y medioambientales, donde el objetivo principal no es la rentabilidad, sino la transformación social.

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Un artículo de Ángel Rodríguez, asociado de ALEDRA Legal.

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