Acabo de poner un pie como socia directora de un despacho de abogados y veo que en la dirección muchas cosas han cambiado desde la pandemia. Una de ellas es que, si queremos atraer, mantener y comprometer a los profesionales de nuestras firmas, ya no vale lo de siempre. Ya no son lentejas. Los equipos ahora son ecosistemas colaborativos y transversales en los que la jerarquía pura no es suficiente.
Buena prueba de ello ha sido la guerra por el talento que hemos sufrido en los últimos tiempos. Algunas empresas (la mayoría) han optado por silenciar las necesidades de los trabajadores a golpe de talonario. Es una política cortoplacista y efectiva en ese mismo corto plazo.
Otras han caído en los fáciles y coloridos washing, donde de puertas para adentro esas causas se han quedado en mera acción comercial. Hablo de ecologismo (greenwashing) o feminismo (pinkwashing), pero también de grandes principios éticos que solo se leen en los escaparates del compliance o en códigos que se leen y no se aplican.
La realidad cada vez menos silenciosa es que son las nuevas generaciones las que escogen dónde quieren trabajar y no al revés. Somos las empresas las que somos entrevistadas y escrutadas en los procesos de selección. Este cambio en las dinámicas de contratación, casi radical, requiere de nuevas formas de dirección y gestión, tanto emocional como ética.
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Un artículo de Cristina de Santiago, socia directora de ALEDRA Legal.
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