A la velocidad exponencial con la que avanza la tecnología hoy en día, es comprensible que la gente tenga cierto miedo a quedarse por detrás del resto. A quedarse obsoleto.

Esto ocurre tanto con las personas físicas en su esfera privada como con personas jurídicas en el mercado o tráfico mercantil.

Desde el punto de vista de la persona física, o consumidor o usuario, esta sensación se materializa mediante el consumo masivo de bienes y servicios y las actualizaciones de software y de hardware de forma prácticamente mensual o anual.

Desde el prisma empresarial este fenómeno ocurre mediante la creación de dichos bienes y servicios y su actualización. Pero no sólo eso, sino que estos procesos o proyectos de innovación deben llevarse a cabo en el menor tiempo posible para adelantarse a la competencia. Para ello, el dinero que financia dichos proyectos tiene que llegar y fluir de forma más rápida.

Tradicionalmente la financiación de empresas o proyectos, si bien difería en cuanto a modalidades, no se basaba en cuestiones de tiempo. Si queríamos que un banco nos concediera un préstamo de forma rápida, éste tendría que analizar nuestra situación financiera y debíamos garantizar determinada solvencia mediante la aportación de balances, cuentas, auditorías y mucha documentación.

Hoy en día muchos proyectos tecnológicos nacen de equipos recién creados, incluso sin una figura jurídica clara, sin un background que pueda permitir a una entidad financiera analizar la situación de la entidad. Algunos miembros del equipo pueden ser menores de edad y cada uno estar en una parte del mundo distinta. Es decir, dificultan la posibilidad de recibir financiación por falta de confianza. Además, como comentábamos, el factor tiempo para el desarrollo de dichos proyectos que quieren financiarse, es esencial, pues hay mayor competencia que antes, la tecnología avanza de forma exponencial y la posibilidad de copiar modelos de negocio o incluso el propio negocio es muy elevada.

Por ello, había que hallar una forma de financiación distinta a las tradicionales o, al menos, darle una vuelta a sistemas de financiación existentes.

Nuestro actual sistema financiero y jurídico permite que las empresas puedan financiarse recurriendo a distintos modelos. De entre ellos, habría que escoger el que más se asemeje a nuestro modelo de negocio y sea asumible en términos de riesgo.

1)  Financiación propia

  • Reservas por aportaciones de los socioso miembros del equipo emprendedor o promotor. No es viable si no se tiene el dinero.
  • Reservas procedentes de beneficios.No es viable si no existen beneficios.

2)  Financiación externa

  • Préstamos. Suelen exigir altas garantías e intereses. Por otro lado, seguimos teniendo el control económico y político de la entidad o proyecto.
  •  Integración en el capital de socios externos (VC, BA). Implica una pérdida de control por parte del equipo. No obstante, no hay deudas.
  • Oferta Pública de Suscripción de valores (OPS. Salida a bolsa). Implica el sometimiento a la Ley del Mercado de Valores y, por ello, cumplir con una serie de requisitos burocráticos, supervisiones y autorizaciones cuyo coste en tiempo y dinero es muy elevado. No obstante, se puede obtener liquidez de forma más sencilla. Tampoco generamos deuda pero perdemos control económico y político.
  • Plataformas de crowdfunding. Se trata de un método que no ha llegado a cuajar en España por el momento. Los proyectos pueden no aportar seguridad ni garantías. La financiación puede llegar de forma rápida. Por otro lado, el público al que se pide la financiación es muy amplio. Es posible obtener la financiación en poco tiempo.
  • Oferta pública de tokens (payment, utility o security tokens): ICO. Se asemeja a las plataformas de crowdfunding y la salida a bolsa. No tiene regulación específica en España. Se puede recaudar grandes cantidades de dinero en cuestión de días o minutos. A pesar de su alta tasa de fracaso de proyectos y fraudes, esta forma no sólo ha cuajado sino que está en pleno auge. No tiene demasiado sentido para proyectos que no usen tecnología Blockchain más allá de para el lanzamiento de la ICO, pues para ello es más recomendable acudir a las plataformas de crowdfunding.

De los métodos analizados, los únicos que pueden recaudar altas cantidades de dinero en poco tiempo son el crowdfunding y las ICO. No obstante, parece que muchos descartan el crowdfunding y optan por las ICO debido que estas últimas han recaudado cantidades millonarias en cuestión de minutos y esto es muy tentador. Y ese no puede ser el motivo, ni principal ni accesorio, de una decisión. Si tu proyecto no va a emplear tecnología Blockchain, mejor no lances una ICO. Y si va a emplear esta tecnología, tampoco tienes que lanzar una ICO si no casa perfectamente con el modelo de negocio.

Un proyecto con el que estamos colaborando y sí tiene sentido que lance una ICO es CRESIO, una plataforma que centraliza en una única plataforma la posibilidad de operar simultáneamente en múltiples exchanges de criptomonedas. Además, la ICO que va a ofertar tiene distintas modalidades. Échale un ojo y plantéate si tiene sentido dicha forma de financiación o podrían haber acudido a otros métodos.